8.2.13

Echando borradores




Echo la vista atrás y veo lo que fuimos, las noches que te quedabas en vela esperando mis mensajes, las conversaciones que se tornaban infinitas y solo acababan cuando comenzaba otra.
Veo lo que fuimos y lo que somos ahora, y no me gusta.
Y echo de menos muchas cosas, muchas palabras, muchos gestos. Pero sobre todo te echo de menos a ti.
A ti y a tu forma de ser conmigo; porque dime, ¿Qué ha cambiado?
Me gustaría saberlo.

Y echo de menos aún muchas más cosas. Por echar de menos, echo de menos hasta tu guiño de ojos a todas horas. Y tus motes cariñosos. Y cuando acababas mi nombre en -ita.
Ya no queda nada de lo que eramos, solo escombros o cenizas. Llámalo como quieras. Construimos un precioso castillo del que poco a poco solo van quedando habitaciones vacías con el eco de palabras que se quedaron por decir, 
unas pocas telarañas en los muebles que todavía se mantienen en pie y polvo, mucho polvo y mugre acumulada.
Nunca he sido amiga de las metáforas, ni de escribir utilizándolas, pero es que no se me ocurre mejor ejemplo que este.
Ya está, otro pinchazo más de esos de los que duelen al recordar. Recordar que a ti también te encantan los ejemplos, y ponerlos a todas horas. Recordar; que horrible palabra, y cuánto daño me hace.

Me doy cuenta que continuar es tontería, el seguir por seguir. Y por eso me derrumbo.

Odio estar así. No poder echar mano de ti cuando más te necesito.
Las personas envejecen, los muebles envejecen, y por lo visto los sentimientos lo hacen por igual.
Lo echo de menos. Echo de menos tantas cosas.. 

Pero lo que más me jode, es no poder echarte de más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario